Una obra maestra de Khastulo Choperena en Zen.atrium
Desde que acercas la mirada a la puerta de Zen.atrium puedes distinguir fragmentos de “la obra maestra”, una pintura de 2 metros de ancho por 1 metro 50 cm de alto, correspondiente a la fachada de la casa, que posee además unos elementos inspirados en el cuadro “Vestido de un Pastelero”, original de Nicolás de Larmessin, (París, 1632 – 1694), un pintor francés del siglo XVII.
Esta pieza, que atrapa la atención de cualquier visitante gracias a la pulcritud de la técnica empleada y a su gran formato, fue elaborada por el pintor colombiano, Khastulo Choperena, destacado por su pincel en las corrientes realista e impresionista.
“Hice un estudio de la casa desde diferentes ángulos. Los propietarios apoyaron el que abarcaba las dos partes laterales (…) hicimos un boceto inicial, ellos lo aprobaron y entonces iniciamos la obra”, expresó Choperena, quien además informó que trabajó en ello durante más de un mes.

El encargo de esta obra partió del perfeccionismo y amor por el arte característico de los fundadores de Zen.atrium, los esposos Marcel Hofstetter y Eleonora Lozano, quienes, maravillados por el grabado de Nicolás de Larmessin, le sugirieron a Choperena incorporar elementos de cocina y Gastronomía en la fachada de la casa para evocar de alguna forma el cuadro “Vestido de un Pastelero”.

La obra maestra expone una fusión entre el arte republicano y colonial con aquellos grabados de Larmessin, de esta forma, implementos de cocina yacen finamente colgados en las esquinas de la casa. Con esto, la esencia gastronómica que persiguen los pioneros de Zen.atrium quedó plasmada en una de las joyas de arte más destacadas de este centro cultural y educativo.
Aunque la obra Larmessin es un grabado, para crear el cuadro de la casa se empleó la plumilla, una técnica que amerita ensayar y estudiar los tipos de trazos. “A la plumilla hay que tenerle paciencia para trabajarla”, comentó Choperena.
Este artista plástico, nacido en San Marcos, una población del Departamento de Sucre, es reconocido en el gremio por recrear en sus lienzos la arquitectura colonial y republicana, con diferentes técnicas como el pastel, la acuarela, el acrílico, la plumilla, entre otras.
“Cuando me encargaron esta obra me identifiqué mucho con este tema, porque ya lo había desarrollado hace muchos años con la arquitectura de Cartagena”, agregó. Contó como anécdota que comenzó a pintar calles de esa ciudad sin conocerla, y una vez tuvo la oportunidad de admirar en persona la Ciudad Vieja amurallada, tuvo una experiencia mágica: “Cuando fui a Cartagena me daba la impresión que estaba dentro de alguno de mis cuadros”, describió.
El sello de Choperena destaca en cada trazo que plasmó en la obra maestra; gracias a su destreza con la tinta recreó la fachada en tres dimensiones, sin que se pierda la estructura, lo que permite que el cuadro pueda ser observado desde la entrada del zaguán de la casa y logre cautivar tanto a expertos como a entusiastas del arte.