La crema catalana, una oda a la gula y un homenaje a José Fernández Alba del Castillo
La crema catalana, como su nombre lo indica, es el postre emblemático de Cataluña.
La gastronomía del postre demuestra su elaboración principalmente para la la Fiesta de San José, que se celebra en los países de tradición cristiana cada 19 de marzo. Sin embargo, la magia de este plato de sobremesa, hizo que se extendiera a todos los días del año a lo largo y ancho de toda la región.
¿Dónde radica su éxito?
Un vistazo a la receta, indica la presencia de ingredientes básicos y de uso cotidiano, -leche, azúcar, yemas de huevo, fécula de maíz, corteza de limón y canela-, una fácil técnica de preparación que no excede los quince minutos, una textura suave que hipnotiza el paladar, y un sabor aromático a limón y canela que induce a seguir comiendo.
¡Fascinante, simple, majestuoso y elocuente!
La vida de José Fernández Alba del Castillo estuvo directamente relacionada con la crema catalana y el buen vivir. Cuenta la historia, que nació en Málaga en 1.858 y falleció ochenta años después en la ciudad condal, Barcelona. Este andaluz dicharachero que decidió desde temprana edad gozar a plenitud su vida terrenal, hizo de las aventuras su razón de ser. Hombre sin oficio y pocos estudios, viajó sin rumbo por el continente americano hasta que logró acumular algo de riqueza.
Málaga 1900 ( Pueblo de origen de José Fernández Alba del Castillo )
La vanidad por el progreso económico le hizo regresar a su tierra natal, Andalucía, pero el destino confabularía para que fuera Barcelona. En esta ciudad conoció al amor de su vida, una catalana de inteligencia fina y dotes culinarios excelsos: Josefa Martí García. Josefa lo introdujo en la magia y el embrujo de la crema catalana, de la cual nunca pudo salir. Fueron famosas las estratagemas de José para inducir a su esposa a que le preparara con suma frecuencia el postre.
-“Pepa, hay que hacer crema porque se va a dañar el limón”, decía con esa voz franca y directa de aquellos que saben lo que quieren. Para salvar la corteza del cítrico era preciso comprar los demás ingredientes. Genio y figura.
Su muerte se desencadenó por glotón, donde seguro que no faltó el postre de San José…
No hubiera podido ser de otra manera.
¡Gracias Bisabuelo por tantas enseñanzas!